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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)
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sábado, 8 de marzo de 2025

Archidiócesis de Sevilla. "Cáritas Sevilla comprometida con el acompañamiento y la promoción de la mujer". Sábado, 8 - Marzo - 2025

"Ventana abierta"

Cáritas Sevilla comprometida con el acompañamiento y la promoción de la mujer

Con motivo de la celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Cáritas Diocesana de Sevilla ha querido destacar «la fortaleza y la capacidad de superación de las mujeres a las que acompaña y denunciar las desigualdades que agravan su situación de vulnerabilidad y provocan una mayor inestabilidad e incertidumbre»

La pobreza continúa teniendo rostro de mujer

La institución de la Iglesia de Sevilla acompaña cada año a más de 14.000 familias en situación de vulnerabilidad. Desde este trabajo, desarrollado principalmente por las 254 Cáritas parroquiales de la Archidiócesis, Cáritas continúa identificando a la mujer como el rostro principal de la pobreza desde el momento en el que son ellas, precisamente, las que acuden a solicitar una ayuda en su nombre o en el de sus familias. Esto se debe a que las mujeres continúan asumiendo el rol de cuidadoras, las que suelen hacer la gestión privada del hogar y sobre quienes recae la atención de las personas que tienen a su cargo.

En este contexto, Cáritas denuncia que la carga desproporcionada de los cuidados, la precariedad laboral, la brecha salarial y la falta de recursos, añadido al grave problema que genera el mantenimiento o acceso a la vivienda y la situación de irregularidad administrativa, dificultan aún más, en las que mujeres que acompaña, los procesos de inclusión. «Acceder a una formación, a un puesto de trabajo o incluso a la búsqueda del mismo supone una situación muy difícil de gestionar porque enfrentan mayores limitaciones de tiempo y oportunidades. A menudo, estas mujeres carecen de redes de apoyo que les puedan echar una mano con la crianza y les permita ausentarse de sus casas para poder hacer un curso o incluso trabajar», lamentan.

De las diferentes realidades que atiende, la organización hispalense muestra una especial preocupación por aquellas familias monoparentales cuyas sustentadoras principales son mujeres, sobre todo, aquellas que tienen menores o personas a su cargo, especialmente si, además, son migrantes y se encuentran en situación administrativa irregular.

Acompañamiento, formación y empleo para la promoción de la mujer

En este sentido, la respuesta de Cáritas contempla un acompañamiento integral que permita a las personas, además de cubrir sus necesidades más básicas, tener las herramientas y oportunidades necesarias restituir su dignidad y autonomía.

Estando presente en las distintas realidades de pobreza y trabajando siempre en clave de promoción, la atención que Cáritas presta a estas mujeres pasa por favorecer la conciliación familiar, facilitando recursos que les permitan mayor flexibilidad para poder trabajar o formarse, como el aula matinal de los colegios, el servicio de comedor o clases y actividades extraescolares. Dentro de ese acompañamiento, también busca mejorar las habilidades sociales para la empleabilidad o proporcionar la formación necesaria que les dé acceso a un trabajo digno, «entendiendo que la promoción de la mujer es palanca de cambio de sus propias situaciones».

En este sentido, las tasas femeninas de paro (14,8 %), temporalidad (23,1 %) y parcialidad (25 %) en Sevilla son significativamente mayores que la de los hombres (10,4 %; 16,2 % y: 7,3 % respectivamente).

Estos datos hacen comprender la alta participación de la mujer en alguno de los itinerarios de inserción laboral que ofrece el Centro Diocesano de Empleo a través de cursos formativos, prácticas en empresas, orientación e intermediación laboral. En 2023, el 62 % de las más de 600 personas que pasaron por este recurso, fueron mujeres, el 32 % extranjeras. Al respecto, fuentes de Cáritas señalan que «para el desarrollo de esta acción es prioritario trabajar en muchas ocasiones el refuerzo positivo, y generar espacios de confianza y participación activa, sobre todo, en el trabajo con mujeres que han sido víctimas de la violencia, ayudándolas a restaurar primero su autoestima y hacerles ver que son capaces de afrontar este reto, que no están solas y que hay personas que caminan junto a ellas!.

Desde el Departamento de Migraciones se proporcionó, el mismo año, asesoramiento jurídico a 292 mujeres en materia de extranjería, un 56 % del total. Más de 30 mujeres participaron en los cursos de formación que imparte el Proyecto Nazaret y tuvieron acogida residencial. Desde el trabajo que se realiza con mujeres migrantes, exponen las barreras adicionales que ralentizan y dificultan la integración, como el idioma, la falta de red de apoyo y su propia historia de origen y migratoria, además del duelo que supone haber dejado el hogar y tener que adaptarse a su nueva realidad.

Mujeres que acompañan a mujeres

En Cáritas, el 67 % de su voluntariado son mujeres, además del 81 % de su cuerpo técnico, lo que se debe también a que la mayoría de las personas que trabajan en la organización de la Iglesia pertenecen a profesiones muy feminizadas, como la Educación Social o el Trabajo Social. «La mujer encuentra en la Iglesia, en Cáritas, también un espacio para acompañar a mujeres, restaurar su dignidad, autoestima, dar capacidades y habilidades, y ponerlas en primera línea para que generen autonomía y confianza, trabajando por una sociedad más justa e igualitaria donde todas las personas tengan las mismas oportunidades», añaden en su nota de prensa.

En el Día Internacional de la Mujer, Cáritas Diocesana de Sevilla reconoce «el ejemplo de valentía y fortaleza de todas esas mujeres que se atreven a pedir ayuda cuando la necesitan, a aquellas que dan un paso al frente por sus familias, las que tiran de creatividad para llegar a fin de mes, las que hacen malabares para trabajar y conciliar, las que después de haber sufrido la violencia, la desesperación, la desvinculación, el dolor o la pérdida, han podido volver a iniciar caminos de esperanza. Hoy Cáritas quiere reconocer ese valor, pero, sobre todo, agradecer la oportunidad de ser testigo de sus pasos, de sus caminos, de sus decisiones, y permitir a todas las personas que forman parte de la familia de Cáritas, acompañarlas en este proceso»

domingo, 2 de febrero de 2025

Archidiócesis de Sevilla. "Peregrinos y sembradores de esperanza". Domingo, 2 - Febrero - 2025

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Archidiócesis de Sevilla

Carta dominical del Arzobispo de Sevilla

Peregrinos y sembradores de esperanza

Celebramos la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada, con el lema Peregrinos y sembradores de esperanza, acorde con el Año Jubilar. En esta Jornada anual encomendamos especialmente a las personas que viven una especial consagración al Señor. Este año la Jornada se centra en dos virtudes muy propias de esta vocación, que vienen a ser como dos semillas que siembran por el mundo: la misión profética y las relaciones nuevas.

La misión de la Iglesia es evangelizar, anunciar a Jesucristo. El Señor Jesús, después de completar con su muerte y resurrección los misterios de nuestra salvación, fundó su Iglesia y envió a los Apóstoles por todo el mundo, como Él había sido enviado por el Padre (cf. Jn 20, 21). La misión de la Iglesia continúa y desarrolla a lo largo de la historia la misión misma de Cristo, que quiere conducir a todos los hombres y las mujeres a la fe, a la libertad y a la paz, de manera que descubran el camino para la plena participación en el misterio de Dios. La Iglesia tiene que seguir el mismo camino de Cristo, es decir, el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la entrega total.

La Iglesia es misionera por naturaleza, tal como subraya el decreto Ad Gentes, del Concilio Vaticano II: “La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu, según el designio de Dios Padre” (n. 2). La evangelización es un proceso que abarca toda la realidad humana. Consiste en llevar la buena nueva a todos los ambientes, transformar la humanidad a través de la transformación del ser humano. Su finalidad es la conversión del hombre y de la humanidad. Transformar por la fuerza del evangelio la -podríamos llamar- circunstancia del hombre: criterios, valores, centros de interés, líneas de pensamiento, fuentes de inspiración, modelos de vida, en definitiva, la cultura del hombre. La evangelización y la implantación de la Iglesia en el mundo son simultáneas: las dos tienden a hacer presentes la palabra y la persona de Cristo en el mundo. “Evangelizar constituye, en efecto, el gozo y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda” (Evangelii Nuntiandi n. 14).

La segunda semilla son las relaciones nuevas. Cristo hace nuevas todas las cosas. El Año Jubilar es un tiempo de gracia para que los miembros de la vida consagrada propicien relaciones nuevas, relaciones generadas y regeneradas en Jesucristo. Estas relaciones nuevas son semillas de esperanza, que tratan de alumbrar un nuevo mundo en el que cada encuentro humano se viva como una celebración gozosa y esperanzada. La vida consagrada debe responder al desafío de transmitir la mística de vivir juntos, de encontrarse, de compartir, de apoyarse, de participar en proyectos comunes haciendo realidad una verdadera experiencia de fraternidad que se percibe en medio del pueblo como un camino compartido, una peregrinación solidaria.

Las relaciones de fraternidad y de amistad nacen del encuentro con Jesucristo y suponen una enorme fuente de esperanza. Los miembros de la vida consagrada han de saber dar expresión y contenido eclesial a la experiencia de amistad fraterna, porque es imprescindible para llevar a cabo una verdadera evangelización.  La amistad vivida entre cristianos tiene en sí misma una gran fuerza testimonial y evangelizadora. Toda la actividad misionera de la Iglesia debe estar revestida de amistad. Salir al encuentro, dialogar en verdad y caridad, con delicadeza y humildad, con prudencia, compartiendo las situaciones vitales, haciéndose uno con las personas para llevarlas hasta el Señor. Esta vivencia es un testimonio que hace presente a Cristo en medio de las personas.

Hoy tenemos presentes en nuestra oración de modo especial a los miembros de la Vida Consagrada, y pedimos al Señor que les conceda ser auténticos peregrinos y sembradores de esperanza, viviendo con pasión su misión profética y la misión de crear nuevas relaciones en Cristo.

+José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla

domingo, 19 de enero de 2025

Archidiócesis de Sevilla. "Jornada de la Infancia Misionera 2025: Los niños ayudan a los niños". Domingo, 19 - Enero - 2025

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Archidiócesis de Sevilla

Carta Dominical del Arzobispo de Sevilla

Jornada de la Infancia Misionera 2025: Los niños ayudan a los niños

Comparto lo que tengo (19-01-2025)

“Comparto lo que tengo” es el lema de la Jornada de la Infancia Misionera que celebramos el domingo 19 de enero de 2025. Un día muy importante, en el que los niños son invitados a ayudar a otros niños, especialmente a los que no tienen lo necesario para vivir o no conocen a Dios. Todos somos misioneros, y estamos llamados a colaborar con nuestra oración y nuestros bienes materiales. Con esta Obra Pontificia, el papa Francisco implica a los niños del mundo para ayudar a otros pequeños en las misiones; y cuenta también con adultos comprometidos para que los misioneros sigan proporcionando educación, salud y formación cristiana a más de cuatro millones de niños en 120 países.

La Jornada de la Infancia Misionera es una celebración impulsada por la Iglesia Católica para fomentar en los más pequeños una conciencia misionera y un espíritu solidario. Esta iniciativa, organizada por las Obras Misionales Pontificias, les invita a ser protagonistas del anuncio del Evangelio, ayudando a otros niños que viven en situaciones de necesidad alrededor del mundo. Bajo el lema «Comparto lo que tengo», la jornada de este año resalta la importancia de la generosidad y el compartir como valores fundamentales en la vida cristiana. Este lema no solo alude a compartir bienes materiales, sino también a ofrecer tiempo, talentos y oración por quienes más lo necesitan, conscientes de que tal como nos enseña el Señor Jesús: «Hay más alegría en dar que en recibir» (Hechos 20,35).

Los niños que participan en la Infancia Misionera descubren que su contribución puede ser significativa. A través de actividades educativas, catequesis y proyectos solidarios, aprenden a vivir la fe de manera activa y a comprometerse con el bienestar de otros, especialmente sus coetáneos más vulnerables en países empobrecidos. La Infancia Misionera recuerda que la misión no tiene fronteras. Cada comunidad, desde su realidad, puede ayudar a cambiar las cosas desde el compartir con amor y desprendimiento. Este día no solo busca formar a futuros misioneros, sino también cultivar un espíritu de fraternidad universal en el corazón de los niños. Con gestos sencillos, los pequeños dan testimonio de que el amor cristiano trasciende cualquier barrera y hace del mundo un lugar más justo y solidario.

En esta jornada rezaremos especialmente por las misiones, colaboraremos económicamente con los proyectos que llevan a cabo los misioneros y por medio de diversas iniciativas dinamizaremos la conciencia misionera, sobre todo la de los más pequeños. Se trata de implicarlos, de que sean protagonistas, también ellos, de la misión de la Iglesia. A la vez, es importante despertar en ellos la solidaridad con sus coetáneos del Tercer Mundo. La obra de la Infancia Misionera se extiende por los cinco continentes a través de las parroquias, escuelas y organizaciones infantiles. ¿Cuáles son sus objetivos? Suscitar en los niños una conciencia misionera, invitarles a compartir tanto su fe como sus bienes materiales con una actitud solidaria, y también integrar toda esta realidad en el ritmo del trabajo pastoral habitual.

En definitiva, la motivación profunda de esta jornada es una respuesta al envío misionero de Jesús: » Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). Se trata de conseguir que los niños vivan este dinamismo de acción misionera, que sean también protagonistas de la misión. Muchos de ellos, en los cinco continentes, ya están comprometidos en ella. En la formación de la infancia es importante enseñar a valorar todo cuanto se tiene, todo cuanto se ha recibido; es importante enseñarles a ser agradecidos por todos estos dones; es importante enseñarles a no quedarse egoístamente sólo para ellos todo lo que han recibido, sino a compartirlo con los demás. Es fundamental educar a nuestros niños y niñas en la solidaridad con los del resto del mundo, para que lo compartan todo, su fe y su amistad con Jesús, y también sus bienes materiales.

+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Archidiócesis de Sevilla. "LA VIRGEN DE LA COCINA". Miércoles, 18 - Diciembre - 2024

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Archidiócesis de Sevilla

Beatriz Melguizo

LA VIRGEN DE LA COCINA
Cambiar el mundo

Esta lámina, de un ABC antiguo, me la regaló enmarcada hace tiempo mi buena amiga Mariló y la tengo en la cocina de casa.

Preparando hoy la comida, y encomendándome a la Virgen “para que saliera  buena”, me inspiró el título del post.

Si observamos la pintura, vemos a la Virgen en una escena cotidiana con su  hijo de pequeño. ¡Con qué naturalidad se desarrollaría esta escena en la cocina del Hogar de Nazaret, ¿verdad?!

María en su cotidianidad, a los ojos del mundo, estaba simplemente cocinando y pendiente de su hijo como otras madres; pero a los ojos de Dios, estaba cumpliendo una Misión divina y por tanto, santificándose.

Como nos decía Santa Teresa: “Entended que, si es en la cocina, también entre los pucheros anda el Señor”.

Una manera de santificarse es ofrecerle el trabajo a Dios. Haciendo las cosas “con sentido de trascendencia” y no por rutina.

En casa, desde pequeños, cuando le decíamos a mi madre: “qué rica está la comida”, siempre nos contestaba: “Es que está hecha con amor”.

Se trata de hacer santa cualquier actividad realizándola por amor a Dios y a los hombres, con la misma perfección que uno pueda hacerla y ofrecerla a la vez en unión con Cristo por la redención del mundo. Así siempre dará fruto apostólico.

Santifiquemos no sólo nuestro trabajo, sino el ambiente donde lo realicemos. La oración es nuestra mejor arma para conseguir todo lo anterior. De esta manera, podremos conseguir transformar el mundo entero en el “hogar” de los hijos de Dios; haciendo que éste sea el “hogar de Nazaret”.

San Josemaría decía:
“La santificación del trabajo ordinario constituye como el quicio de la verdadera espiritualidad para los que —inmersos en las realidades temporales— estamos decididos a tratar a Dios”.
Amigos de Dios, 61

«Canta pero camina; mantén tu trabajo cantando; no te dejes llevar de la pereza; canta y camina». ¿Qué quiere decir «camina»? Progresa, progresa en el bien […], progresa en la verdadera fe, progresa en la santidad. Canta y camina”. (S. Agustín, Sermón 256).

domingo, 10 de noviembre de 2024

Archidiócesis de Sevilla. Monseñor Saiz Meneses: “El beato Torres Padilla vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo”. Domingo, 10 - Noviembre - 2024

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Archidiócesis de Sevilla"

Carta Dominical del Arzobispo de Sevilla

Monseñor Saiz Meneses: “El beato Torres Padilla vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo”

La Catedral de Sevilla acogió la mañana de este domingo la Eucaristía de acción de gracias por la beatificación del padre José Torres Padilla. La misa ha sido presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Durante su homilía, monseñor Saiz dijo que la beatificación del padre Torres proyecta una gran luz en la vida de la Archidiócesis, de la Iglesia y de la sociedad, por su ejemplo como persona, como cristiano y como sacerdote.

Semblanza del nuevo beato

Don José Ángel recordó que el padre Torres, cofundador de la Compañía de la Cruz recibió en el convento franciscano de los Santos Reyes de San Sebastián de la Gomera su primera enseñanza escolar. Recibió la confirmación el 3 de junio de 1827. En septiembre de ese mismo año fue a estudiar a San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife. Continuó su formación en Valencia y Sevilla. El 27 de febrero de 1836 el cardenal Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos le ordenó sacerdote, celebrando su primera misa el 8 de marzo. Ejerció su ministerio sacerdotal como profesor en el seminario conciliar de San Francisco Javier de Sanlúcar de Barrameda y en el seminario conciliar de San Isidoro y San Francisco Javier de Sevilla, adscrito a la parroquia de san Marcos, teólogo consultor del Concilio Vaticano I, canónigo de la Catedral de Sevilla y examinador sinodal.

“Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo”

Sobre su vida de santidad, el arzobispo hispalense resaltó que “contemplamos a lo largo de su existencia una actitud de confianza serena, de fortaleza ante las pruebas, de paciencia en las contrariedades. Su experiencia de la providencia de Dios le llevaba a reaccionar siempre con sentido sobrenatural, a vencer las dificultades y a mantener una actitud de audacia, buscando en cada momento la voluntad de Dios. Así sucedió a la hora de superar los problemas para la fundación de la Compañía de la Cruz, cuando tuvo que afrontar junto a santa Ángela muchas dificultades, y él le solía repetir: ‘Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo’. En muchos momentos de su vida tuvo que sobreponerse a penalidades físicas y enfermedades y también a las más variadas incomprensiones. A pesar de todo, el amor y fidelidad a la Iglesia fueron siempre una constante en su trayectoria, así como la benevolencia con las personas que obstaculizaban el camino. El alimento de su confianza en Dios lo hallaba en la oración y la penitencia”.

Monseñor Saiz Meneses subrayó que “Nuestro Señor Jesucristo era el fundamento de su vida. Cristo era la roca, el cimiento que le daba consistencia y firmeza. La unión con Cristo le permitió superar las contrariedades e integrar su proyecto de vida desde una relación personal con el Señor”. Así, “a lo largo del tiempo halló siempre la fuerza para cargar con la cruz desde su unión con Cristo, que se alimentaba en la oración. Su ideal era imitar al Maestro en su vida de sacrificio, pobreza y desprendimiento de todo lo terreno. Era consciente de la presencia del Espíritu Santo en su vida como el Maestro interior que le enseñaba a penetrar en el misterio de Dios, de la historia, de la vida y del mundo”.

El padre Torres también “vivía un profundo amor y devoción a la Virgen María, como madre, como mediadora de todas las gracias, como intercesora por todos sus hijos, desde el cielo, junto a su Hijo Jesucristo. Alentaba a todos para que viviesen el amor y devoción a María. Rezaba diariamente el rosario y, cuando se desplazaba de un lugar a otro, iba recitando una y otra vez el Ave María”.

En definitiva, “el beato José Torres fue un auténtico maestro y guía de almas. Su existencia irradiaba humildad, sobre todo en su relación con Dios. También era manso y humilde en la relación con los hermanos. Su recomendación a las hermanas de la Cruz al respecto es ya un clásico de espiritualidad: ‘No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera’. Fue un verdadero Padre de los pobres, un modelo extraordinario de ministerio y vida sacerdotal también por su vivencia de la pobreza, que le llevó a despojarse de todo a favor de los pobres y los enfermos. Vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo, las actitudes de Cristo Buen Pastor, la caridad pastoral cuya esencia es la donación total de la propia vida, la entrega hasta el extremo”.

Al término de su alocución, monseñor Saiz Meneses pidió encomendarnos a la Santísima Virgen María.  “Nos encomendamos a María Santísima, Virgen de los Reyes, Reina de los Sacerdotes, a santa Ángela de la Cruz y santa María de la Purísima, y les pedimos que el ejemplo del beato José Torres Padilla nos ayude para avanzar decididamente por el camino de la conversión y la santidad, de la humildad, de la oración, de la formación cristiana, del amor a los pobres y la transmisión de la fe a nuestros contemporáneos”.

+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla

viernes, 8 de noviembre de 2024

Archidiócesis de Sevilla. Un nuevo beato en la Iglesia hispalense. Viernes, 8 - Noviembre - 2024

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Archidiócesis de Sevilla

Carta Dominical del Arzobispo de Sevilla

Un nuevo beato en la Iglesia hispalense

Sevilla está de fiesta. El padre José Torres Padilla, profesor del Seminario, canónigo de la Catedral, cofundador de las Hermanas de la Cruz, ha sido declarado beato.

Nació en San Sebastián de la Gomera, el 25 de agosto de 1811. Recibió su primera enseñanza escolar en el convento franciscano de los Santos Reyes de la localidad. En septiembre de 1827 fue a estudiar a San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife. Continuó su formación en Valencia y Sevilla. El 27 de febrero de 1836 el cardenal Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos le ordenó sacerdote. Ejerció su ministerio sacerdotal como profesor en el Seminario conciliar de Sanlúcar de Barrameda y en el Seminario conciliar de Sevilla, adscrito a la Parroquia de san Marcos, teólogo consultor del Concilio Vaticano I, canónigo de la Catedral de Sevilla y examinador sinodal.

El sufrimiento y la cruz estuvieron presentes a lo largo de su vida. Vino al mundo en el seno de una familia ejemplar, y experimentó la cruda realidad de perder a sus padres a la edad de nueve años. Nuestro Señor Jesucristo era su fundamento, la fuerza para aceptar las circunstancias dolorosas, que asumió siempre con fortaleza y estabilidad de ánimo. Vivía un profundo amor y devoción a la Virgen María, como Madre, como mediadora de todas las gracias, como intercesora por todos sus hijos. Alentaba a todos para que viviesen el amor y devoción a María. Rezaba diariamente el rosario y, cuando se desplazaba de un lugar a otro, iba rezando una y otra vez el Ave María.

Su experiencia de la providencia de Dios le llevaba a vencer las dificultades y a mantener una actitud de audacia. Así sucedió a la hora de superar los problemas para la fundación de la Compañía de la Cruz. Junto a santa Ángela tuvo que afrontar muchas dificultades, y él le solía repetir: “Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo”. En muchos momentos de su vida tuvo que sobreponerse a penalidades físicas y enfermedades y también a las más variadas incomprensiones. A pesar de todo, el amor y fidelidad a la Iglesia fueron siempre una constante en su actuar, así como la comprensión con las personas que obstaculizaban el camino. La oración y la penitencia eran el alimento de su confianza en Dios.

Fue un auténtico maestro y guía de almas por caminos de humildad. Su recomendación a las Hermanas de la Cruz es ya un clásico de espiritualidad: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”.  Duro y exigente consigo mismo y paciente y comprensivo con los demás. Su vida estuvo muy dedicada a la formación, a la predicación y al acompañamiento espiritual de las personas. En Sevilla se le llamaba popularmente el «Santero» porque tenía fama de santidad y porque hacía santas a las personas que dirigía. Entre las almas que acompañó espiritualmente destaca santa Ángela de la Cruz, canonizada por san Juan Pablo II en 2003.

Fue un verdadero padre de los pobres, que se despojó de todo a favor de los pobres y los enfermos. No daba de lo que le sobraba, sino de lo necesario. Cuando cobraba su capellanía iba a las tiendas a abonar comestibles y ropas de personas necesitadas que estaban pendientes de pago. Procuró con amor de padre socorrerlas, aliviar sus sufrimientos y sus heridas, ayudarles a superar sus situaciones y a llevar una vida ordenada. Su caridad pastoral encontraba alimento principal y expresión en la Eucaristía.

La beatificación del P. Torres en un momento de gracia y salvación para nuestra Archidiócesis, que dará sin duda un fruto abundante y duradero. Nos encomendamos a María Santísima, Virgen de los Reyes, Reina de los sacerdotes, a santa Ángela de la Cruz y santa María de la Purísima, y les pedimos que el ejemplo del beato José Torres Padilla nos ayude para avanzar decididamente por el camino de la conversión y la santidad, de la humildad, de la oración, de la formación cristiana, del amor a los pobres y la transmisión de la fe a nuestros contemporáneos.

+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla


domingo, 21 de abril de 2024

Archidiócesis de Sevilla. Carta pastoral del Arzobispo de Sevilla. "Sembradores de esperanza y constructores de paz". Domingo, 21- Abril - 24

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Carta Pastoral del Arzobispo de Sevilla

Sembradores de esperanza y constructores de paz

Celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, en la que cada año recordamos el don de la vocación, la llamada que el Señor dirige a cada uno de nosotros, sus hijos, para que participemos de su proyecto de amor y podamos encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida. El papa Francisco nos recuerda en su mensaje que los carismas en la vida de la Iglesia son variados y complementarios, y estamos llamados a escucharnos mutuamente y a caminar juntos para descubrirlos y para discernir a qué llama el Espíritu a cada uno, para el bien de todos. Caminamos hacia el Año Jubilar del 2025, como peregrinos de esperanza y constructores de paz.

Esta Jornada está dedicada a la oración por las vocaciones, porque las vocaciones son, ante todo, don de Dios; por eso invocamos al Padre, siguiendo el mandato de Jesús: «Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10,2). La principal actividad de la pastoral vocacional de la Iglesia es la oración, que reconoce que las vocaciones son don de Dios y como tal lo pide. La Iglesia pide al Dueño de la mies que envíe obreros a los campos. Cuando en 1963 san Pablo VI instituyó la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, subrayó que la Iglesia no es la fuente de las vocaciones, sino que su tarea fundamental es orar por las vocaciones. Oremos con humildad, con confianza, con insistencia.

San Marcos narra en su Evangelio que Jesús llamó a los Doce «para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar» (Mc 3, 14-15). A lo largo de la historia sigue llamando a hombres concretos para que participen de su sagrada misión; también aquí y ahora sigue llamando. Los jóvenes no han de tener miedo a vivir la fe con profundidad, a experimentar un encuentro con Cristo que transforme su vida, a la llamada de Cristo. No tengáis miedo, abrid el corazón, presentadle vuestras inquietudes, vuestros interrogantes y problemas; dadle entrada en vuestra vida sin temor; y si os llama a seguirle a través del sacerdocio o la vida consagrada, no hay que temer, porque recibiréis el ciento por uno.

Vivimos unos tiempos de profundas transformaciones, de falta de sentido, de liquidez y desvinculación; tiempos de subjetivismo y relativismo; tiempos en los que priman los intereses individuales y egoístas; tiempos de descartes, de flujos migratorios incontrolables y de situaciones de pobreza inadmisibles; tiempos de nuevas tecnologías, de enjambres digitales y de soledad; tiempos en que peligran la sostenibilidad y la casa común. En medio de tantos desafíos, y para dar respuesta a tantos de ellos, Dios sigue llamando. Y más allá de las apariencias, tenemos una certeza clara: la iniciativa es suya. Él continúa llamando y la Iglesia tiene capacidad de suscitar, acompañar y ayudar a discernir en la respuesta.

Nuestros tiempos son tan difíciles como apasionantes para vivir el sacerdocio y para trabajar en la promoción de las vocaciones sacerdotales. Para ello es necesario mantener clara y definida la identidad sacerdotal y ofrecer a nuestros contemporáneos el testimonio de que somos hombres de Dios, amigos del Señor Jesús; personas que aman a la Iglesia, que se entregan hasta dar la vida por la salvación de los hombres. Maestros de oración que dan respuesta a los interrogantes del hombre de hoy, aspirando siempre a la santidad y ofreciendo un testimonio de alegría y esperanza.

Es la hora de la confianza en el Señor que nos envía mar adentro a seguir echando las redes en la pastoral vocacional. Pidamos que los jóvenes estén abiertos al proyecto que Dios tiene para ellos y sean receptivos a su llamada. María Santísima, Madre de amor y de misericordia, Madre de los sacerdotes, nos guía en el camino. Ella es nuestro consuelo y la causa de nuestra alegría. Ella nos enseña a ser peregrinos de esperanza y constructores de paz.

+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla.

lunes, 15 de agosto de 2022

Homilía del arzobispo de Sevilla en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Lunes, 15 - Agosto - 2022

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Homilía del arzobispo de Sevilla en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María 

Archidiócesis de Sevilla

Homilía de Monseñor José Ángel Saiz Meneses. Fiesta de la Virgen de los Reyes. Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Catedral de Sevilla, 15-08-2022

Salutaciones

Celebramos la fiesta de Ntra. Sra. de los Reyes, patrona de Sevilla y de su Archidiócesis, en la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María. Hoy contemplamos de manera especial la victoria de Cristo Jesús, el Señor Resucitado, y la victoria de la Virgen María, que es elevada en cuerpo y alma al cielo. También es nuestra victoria, porque del triunfo de Cristo y de su Madre participa la Iglesia, pueblo que peregrina hacia la patria celestial construyendo el Reino de Dios en la tierra.

Decíamos el primer día de la novena que sería como un camino que iríamos recorriendo de la mano de María, en la escuela de María. Hemos ido reflexionando sobre diferentes aspectos de la persona y la misión de nuestra santísima Madre. Hoy la contemplamos asunta al cielo: primicia de la Iglesia, glorificada, consuelo y esperanza de sus hijos, peregrinos en la tierra, en camino hacia la casa del Padre, llamados a vivir plenamente como hijos suyos, y enviados por el mundo a anunciar la Buena Nueva del Evangelio.

Jesús resucitado se apareció a los Apóstoles y les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, y les anunció que recibirían la fuerza del Espíritu Santo y que serían sus testigos hasta el confín de la tierra (cf. Hch 1,3-10). El apóstol es un testigo enviado que anuncia lo que ha visto y oído, lo que ha experimentado. Anunciar el evangelio no es comunicar ideas propias ni relatar meros acontecimientos. Es proclamar la salvación de Dios, que penetra de tal modo en el corazón, que acaba transformando la historia personal y la historia de la humanidad. Es anunciar el Reino de Dios, que hace nuevas todas las cosas.

Cada día comienza la Novena con el rezo del Santo Rosario, y en las letanías invocamos a María como Reina de los Apóstoles. Esta invocación nos ayuda a comprender que la Virgen santísima está presente en nuestra vida cotidiana. Su apostolado es único: ser la Madre de Dios. Ella engendró y dio a Cristo al mundo, y lo presentó a José, a los pastores y a los magos. María nos dio a Jesús. Los Apóstoles fueron elegidos para predicar al mundo el Evangelio, la divina palabra. María fue escogida para traer a la tierra la Palabra eterna del Padre.

Nosotros hemos recibido la misión de anunciar el Evangelio a nuestros contemporáneos del siglo XXI. Vivimos íntimamente unidos y solidarios con la familia humana, compartimos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, tal como destacó con lucidez el Concilio Vaticano II. Por eso también nos preocupa esta pertinaz sequía, las restricciones energéticas, la pandemia y sus secuelas, la cronificación de la pobreza en algunos de nuestros barrios, o el paro juvenil; y en un nivel global nos preocupa el hambre en el mundo, la desigualdad, la contaminación, la guerra en Ucrania y los conflictos armados en todo el mundo, o la creciente rivalidad estratégica entre las grandes potencias, que al final acaba perjudicando siempre a los más débiles.

La evangelización es el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada persona y a la humanidad entera en el momento presente, en el que conoce grandes conquistas técnicas y científicas, pero ha perdido el sentido último de la vida. Sólo desde Cristo el ser humano puede comprenderse a sí mismo y encontrar el sentido de la existencia. Somos conscientes de que en nuestros ambientes hay muchas personas que viven con intensidad su fe, y también encontramos cada vez más hombres y mujeres en cuyas existencias la fe no ocupa un lugar relevante, o no se plantean necesidad alguna de ser salvados. ¿Cómo evangelizar a quien se ha apartado de la vida de fe o no tiene inquietud religiosa alguna? Sin duda Nuestra Señora de los Reyes nos ayudará a descubrir puntos de encuentro con nuestros hermanos no creyentes, alejados o indiferentes.

Estos puntos de encuentro no están lejos de las aspiraciones profundas de nuestros contemporáneos, que coinciden en buena parte con las de los hombres y las mujeres de todas las épocas. El ser humano, a lo largo de la historia, ha buscado la verdad, el sentido de las cosas, y sobre todo el sentido de su vida. En todas las culturas encontramos las preguntas fundamentales sobre la propia identidad, sobre el origen y el final de la vida, sobre el mal y la muerte, sobre el más allá. Quien busca la verdad busca a Dios, sea o no consciente, y está muy próximo a Dios, que es la Verdad; de la misma manera, quien busca el amor y el bien, está próximo a Dios, que es Amor. Esta es la experiencia de Edith Stein, santa Teresa Benedicta de la Cruz.

También es evidente que el corazón humano tiende a una felicidad plena, y se entrega con ilusión a proyectos y actividades esperando saciar su sed de felicidad. Pero una vez y otra experimenta la insatisfacción y un vacío interior que los bienes materiales no pueden llenar. El hombre necesita razones para vivir, para entregarse, para dar lo mejor de sí mismo. Este ser humano que busca la felicidad, busca a Dios. La búsqueda de la felicidad es en el fondo deseo de encontrar a Dios. Este deseo natural está inscrito en el corazón del hombre porque el hombre ha sido creado por Dios y para él. Por eso, sólo Dios puede saciar su sed de trascendencia, sólo en él puede encontrar la felicidad plena que anhela su corazón. Así lo descubrió san Agustín tras una larga búsqueda: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».

El Señor nos envía a ser sus testigos en medio del mundo, más aún, en medio de nuestro pequeño mundo, de nuestro entorno concreto. Si vivimos la experiencia de encuentro con Él, nuestra palabra será portadora de fuerza, de alegría, de seguridad, de sinceridad, de esperanza; nuestra palabra estará al servicio de la Palabra y será transparencia de la Palabra. ¡Hemos de ser ocasión de encuentro con Cristo para aquellas personas que se crucen en nuestro camino! La responsabilidad de la misión es grande, y nosotros somos pequeños y frágiles.

Pero no estamos solos: Nuestra Señora de los Reyes acompaña los trabajos apostólicos de sus hijos, de cada uno de nosotros. Si en la mañana de Pentecostés presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo, ella es la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia debe realizar, sobre todo en estos tiempos tan difíciles como llenos de esperanza. María sigue intercediendo como Madre en favor de los hombres. Hoy intercede por tantos hijos suyos para que encuentren la fe, para que llenen de sentido sus vidas, para que descubran la auténtica felicidad; hoy intercede para que sigamos luchando, sin desfallecer, en la construcción de un mundo mejor, por la paz y el bien común, por la justicia y la verdad, con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, comenzando por nuestra Sevilla y sus barrios, por nuestra provincia, que se acoge bajo su patrocinio, por el mundo entero.

La Virgen de los Reyes, asunta al cielo, es Madre de la esperanza. Ella nos ayuda a interpretar los acontecimientos del mundo y de la vida a la luz de la fe, bajo la luz de su Hijo Jesús. Vivimos una época tan difícil como apasionante. Tiempo para la misión, para proponer de nuevo a Jesucristo en el centro de la vida. Nuestra Señora de los Reyes congregó a los discípulos e hizo posible la irrupción misionera en Pentecostés. Ella nos enseña a ser profundamente contemplativos, y nos ayuda a entregarnos sin reservas en la misión evangelizadora, audaces para encontrar caminos nuevos en el anuncio de Cristo. Así sea.

[1] Cf. CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes 1.
[2] Cf. EDITH STEIN, Ser Finito y Ser Eterno, México, 1996.
[3] SAN AGUSTÍN, Confesiones, I, 1.
[4] Cf. SAN PABLO VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi  n. 82.

+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla

domingo, 14 de agosto de 2022

Archidiócesis de Sevilla. El arzobispo de Sevilla invita a “descubrir puntos de encuentro con nuestros hermanos no creyentes” Lunes, 15 - Agosto - 2022

 "Ventana abierta"

El arzobispo de Sevilla invita a “descubrir puntos de encuentro con nuestros hermanos no creyentes”

Bajo un repique de campanas y con una puntualidad “fernandina”, el paso de tumbilla de la Virgen de los Reyes, la patrona de la ciudad de Sevilla y su Archidiócesis, se situó a las ocho de la mañana del lunes, 15 de agosto, bajo el dintel de la Puerta de Palos de la Catedral. De esta forma se cumplía la tradición, el protocolo de una fe de siglos que marca el encuentro de los sevillanos con “la Virgen de todos”.

Se recuperaba de esta manera una cita estival interrumpida a causa de la pandemia, y esperada por una multitud de fieles que, desde muy temprano, tomó sitio frente a la seo hispalense para presenciar un nuevo capítulo del ritual mariano por excelencia de Sevilla.

Al término de la procesión alrededor de la Catedral, el arzobispo, monseñor Saiz Meneses, que estos días ha presidido la novena de la patrona, hizo lo propio en la Eucaristía con motivo de la solemnidad de la Asunción de la Virgen. No fue la primera Misa que acogía la Catedral esta mañana, ya que desde las seis se han celebrado Eucaristías con la participación de los numerosos peregrinos que han llegado al templo metropolitano procedentes de distintas localidades cercanas a la capital.

“Hemos recibido la misión de anunciar el Evangelio”

En su homilía, el arzobispo recogió el itinerario seguido durante la novena y recordó que “nosotros hemos recibido la misión de anunciar el Evangelio a nuestros contemporáneos del siglo XXI”. “Por eso –añadió- también nos preocupa esta pertinaz sequía, las restricciones energéticas, la pandemia y sus secuelas, la cronificación de la pobreza en algunos de nuestros barrios o el paro juvenil; y en un nivel global nos preocupa el hambre en el mundo, la desigualdad, la contaminación, la guerra en Ucrania y los conflictos armados en todo el mundo, o la creciente rivalidad estratégica entre las grandes potencias, que al final acaba perjudicando siempre a los más débiles”.

A continuación, señaló que la evangelización es “el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada persona y a la humanidad entera en el momento presente, en el que conoce grandes conquistas técnicas y científicas, pero ha perdido el sentido último de la vida”. En esta línea afirmó que “sólo desde Cristo el ser humano puede comprenderse a sí mismo y encontrar el sentido de la existencia”. Consciente de que hay muchas personas para las que la fe no ocupa un lugar relevante, monseñor Saiz acudió a la patrona para pedir la ayuda necesaria para “descubrir puntos de encuentro con nuestros hermanos no creyentes, alejados o indiferentes”. Unos puntos de encuentro que, apuntó, “no están lejos de las aspiraciones profundas de nuestros contemporáneos, que coinciden en buena parte con las de los hombres y las mujeres de todas las épocas”. “El ser humano, a lo largo de la historia, ha buscado la verdad, el sentido de las cosas, y sobre todo el sentido de su vida. En todas las culturas encontramos las preguntas fundamentales sobre la propia identidad, sobre el origen y el final de la vida, sobre el mal y la muerte, sobre el más allá. Quien busca la verdad busca a Dios, sea o no consciente, y está muy próximo a Dios, que es la Verdad”, subrayó.

“La búsqueda de la felicidad es en el fondo deseo de encontrar a Dios”

“El corazón humano tiende a una felicidad plena, y se entrega con ilusión a proyectos y actividades esperando saciar su sed de felicidad”. Dicho esto, el arzobispo advirtió del riesgo de “la insatisfacción y un vacío interior que los bienes materiales no pueden llenar”. “El hombre –afirmó- necesita razones para vivir, para entregarse, para dar lo mejor de sí mismo. Este ser humano que busca la felicidad, busca a Dios. La búsqueda de la felicidad es en el fondo deseo de encontrar a Dios”.

Monseñor Saiz reiteró que “el Señor nos envía a ser sus testigos en medio del mundo, más aún, en medio de nuestro pequeño mundo, de nuestro entorno concreto”. Por tanto, “si vivimos la experiencia de encuentro con Él, nuestra palabra será portadora de fuerza, de alegría, de seguridad, de sinceridad, de esperanza; nuestra palabra estará al servicio de la Palabra y será transparencia de la Palabra”. “¡Hemos de ser ocasión de encuentro con Cristo para aquellas personas que se crucen en nuestro camino! La responsabilidad de la misión es grande, y nosotros somos pequeños y frágiles”.